sexta-feira, 6 de março de 2009

"el cine más allá del cine"

¿Podrías desarrollar lo que decías sobre la presencia de las personas?

Es lo que me ha salvado sin saberlo del mal documental. Me sorprendió mucho: era en eso en lo que creía y no en un plató de cine como antes. No creía para nada en mis otras películas, fueran buenas o malas. Truffaut dijo una frase absolutamente genial a propósito de Rossellini, que se me quedó grabada en la cabeza porque podría decir lo mismo. Decía que Rossellini había empezado con un pueblo, después había pasado a una ciudad, después a una región, a una isla, a un país, a un continente y finalmente al planeta, a las ideas, con Socrate, Il Messia... Y añadia: "Creo que Rossellini no tenía ese lado idiota, casi estúpido que hace falta tener para hacer cine como los demás, como en Hollywood, o como el que yo hago. Hay que tener algo de animal para pasarse cinco, seis, siete semanas delante de personas que se agitan y dicen: ´Te quiero...` Rossellini no tenía eso". Sin ser un gran fan de las películas de Rossellini, creo que comparto eso con él y que he hecho el mesmo recorrido: me puse delante de Vanda, creí en mi, en ella, en el cine más allá del cine. Hasta entonces no había visto el cine como un trabajo, sino como un asunto de flâneur, de poeta, de artista, del postadolescente que era. Todo aquello no me gustaba demasiado, pero lo hacía todo el mundo. Y allí, en el barrio, encontré otra cosa: bastaba con creer que Ventura era una figura legendaria con dos caras, que lleva en sí el impulso de los pioneros de Fontainhas y su ineluctable tragedia. Chantal Akerman me dijo que Juventud en marcha le recordaba a una película de Pasolini rodada en África, en la que se decreta de igual manera: tú vas a ser el rey, tu el príncipe, y eso basta.

Pedro Costa

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